miércoles, 9 de noviembre de 2011

"EL CINE MEXICANO EN LA ÉPOCA DE ORO"



Se considera época de oro para el cine mexicano la producción filmográfica entre 1936 a 1957, películas en blanco y negro rodadas en pequeños pueblos o más bien rancherías con temáticas amorosas; generalmente.  Elogiadas por su calidad y cantidad.

Es fácil disfrutar del séptimo arte cuando se es espectador de alguna de estas obras, me parece que el éxito que lograron conseguir  más allá de las fronteras del país radica en eso,  en que son filmes que se disfrutan, en su capacidad de atrapar al público en otra realidad  durante casi dos horas.
Una lista de ingredientes bien dosificados como lo son las actuaciones entregadas,  diálogos bien estructurados pero con apariencia de espontaneidad e historias creíbles que no dejan de ilusionar con la magia de los finales felices.

Fueron las actuaciones de hombres y mujeres que le dieron sentido  a la palabra interpretación  para el cine en México, desde los borrachos que bebían en la cantina del pueblo algunas veces para olvidar decepciones y que de paso nos hacían compadecernos de su dolor y olvidar los nuestros; o bien las mujeres altivas de belleza envidiable actuando que fingían una fortaleza inquebrantable y soberbia  para al final mostrarse reales y entregarse al amor;  fueron ellos quienes aportaron lo necesario para hacer de estas películas, películas de calidad y seguramente también, responsables de la forma como actualmente concebimos a  la cultura mexicana. 
La producción que nunca se mostró pretensiosa logrando así un mayor efecto en el público. La fotografía que sólo necesitaba a la mente que pudiera ver lo especial en lo cotidiano porque   México era todo un escenario listo para usarse. Y por último pero lo más importante, la razón de todos estos fenómenos: el creador de la obra.
La conjunción de estos factores así como otros externos  dieron como resultado el poder captar en 35 mm toda una cultura, la mexicana; mestiza, romántica, campesina, pobre, fiestera.

Nosotros, jóvenes generaciones ya sólo nos queda reconocer esa parte de nuestra historia como país  sumamente rica, sumergirnos en ese pasado nuestro  para poder mirar hacia el futuro y seguir creando.